Imaginemos una mañana fresca y soleada de julio, como ésta pero en 1911. Tratando de no ensuciarse demasiado sus zapatos nuevos con las calles de tierra va caminando Irene, Irene Carrera. ¡En qué compromiso la puso el inspector! ¿Cómo se indagan las necesidades de un barrio? ¿Hay chicos en este barrio? ¿Querrán ir a la escuela?. Dobla por Baradero y busca llegar al 465. Aquí es…
A los pocos días muchos eran los chicos de entre 9 y 14 años que se habían inscripto. ¡El barrio necesitaba una escuela! Quedó organizada con 3 grados y 137 alumnos.
¡Gracias familia Fernández por pasarnos un cable para tener luz!
El decreto oficial de la creación de la escuela se firmó el 16 de septiembre de 1911. Pocos días después María Angélica camina entusiasta hacia la escuela de Baradero 475.
Es septiembre, pero todavía está fresco. Mira los predios, muchos sin construir, separados por alambrado, cargados de hiedras y madreselvas. María Angélica va buscando los pocos ladrillos, como puestos al azar, para pisar y no mancharse sus zapatos. Ya dejo atrás los hornos de ladrillos que están sobre la actual Alberdi, se cruzó con el repartidor de leche y vio a varias ranas y sapos.
Está contenta. Fue nombrada directora titular de la nueva escuela. ¿María Angélica Medina? Así la recordarán, como la primera directora titular, ¡Me recordarán?
Al año siguiente lo chicos no entran en esa primera construcción. ¡Hay que mudarse! Se mudan sobre José Bonifacio. El edificio es más grande del lado este; tiene adosada una pequeña casa con un salón y dos habitaciones en altos que eran la vivienda de los caseros Rosa y Pedro. En el salón de arriba estaba primero inferior.
Había un patio y un pasillo que comunicaba la casita con el edificio principal. En ese pasillo duerme la campana pero lo más lindo es el jardincito cerrado por una reja. Alberga uno o dos aromos muy frondosos, que perfumaban con sus flores amarillas. La escuela que dirigía María Angélica Medina era ya muy conocida en el barrio, y se la llamaba “La escuelita de los aromos”.
En 1915 la escuela ya tiene 10 secciones.
En 1922 llega a 14 grados. ¡y hace falta más espacio!. Se anexa la casa lindera y se desprende la casita del jardín.
En 1925 se inauguró la 1º biblioteca del aula con 36 libros.
La Asociación Cooperadora comenzó a funcionar en 1914.
Les cuento que en 1961, al festejar las “Bodas de oro”, a los 50 años, la escuela realizó el acto en la calle, frente a la escuela, mediante la autorización del Inspector técnico profesor Rafael Paladino. La puesta movilizó a toda la comunidad.
En 1963 comienza a funcionar una sección de jardín de infantes en cada turno.
El 21 de noviembre de 1964 se le impuso a la escuela el nombre de “Fragata A.R.A Libertad”.
En 1970 se derribó la medianera que separaba a las dos construcciones. Se hizo el patio central.
El 1982 se cubrió dicho patio con un techo parabólico.
En 1992 comienza la construcción del gimnasio que se inaugurará en 1994.
Pero mientras el edificio crecía un fenómeno más grande y significativo se iba produciendo a la par.
La gente crecía. El barrio crecía. La comunidad crecía. Unidos. Identificados.
No sólo el edificio se agrandaba. La comunidad de la escuela se hacía más fuerte. Entre todos iban armando la escuelita.
La escuelita crecía desde el pie.
Y se fue haciendo el barrio. Y la chacra de los Olivera es ahora el Parque Avellaneda. Y van apareciendo poco a poco las relaciones de vecindad, de reconocimiento. Surgía el club, el mercado, el café! El “¿me presta una taza de azúcar vecina?”.
Poco a poco, el perfil del barrio comienza a conformarse. Otras escuelas, otras actividades, otras realidades. El Pío, La casita, las actividades del Parque Avellaneda. Llega la salita del CESAC 13.
Y los alumnos ya son padres, y mandan a sus hijos a la escuela que ya no es más la de los Aromos. Ahora es “Fragata”. Y los alumnos, aquellos alumnos ya son abuelos, y sus nietos siguen asistiendo a Fragata.
Y unos y otros, se encuentran en la puerta de la escuela, en un negocio del barrio, en un acto.
Y hablan de Fragata, y hablan de los chicos, de los hijos y de los nietos. Y sienten también que ellos tienen raíces fuertes, que también ellos fueron creciendo desde el pie, como la escuela sienten que pertenecen, que late en la sangre de Fragata sus propias historias. Y unos y otros, jóvenes y viejos se entremezclan en la savia de los aromos, y en los cantos de los pájaros del Parque Avellaneda.
Todos, absolutamente todos sentimos que Fragata late, que está viva, que respira y hace respirar.
Porque la escuela y la gente son una misma cosa, un mismo árbol.
En el centro del barrio una escuela pública. Cuando su puerta se abre nos llega el perfume de los Aromos históricos, las risas de los chicos en recreos de 100 años.
Fragata navega en Bonifacio. Cambiaron sus tripulantes a lo largo de 100 años pero el rumbo es el mismo, la educación pública como pasaporte a la libertad.
Hay un sueño sostenido durante un siglo. Acaso una utopía, y late en Fragata. Porque fue creciendo desde abajo, fue creciendo desde el pie.
Fragata hoy nos convoca a todos una vez más.
No somos sólo nosotros los que hoy estamos aquí.
Hoy invocamos, convocamos a todos los que navegaron en esta escuela a través de estos 100 años.
“Felicidades Escuela 19”
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